Hay discos que nacen para romper esquemas, y hay otros que simplemente nacen porque alguien, en algún lugar, tenía que decir algo. El EP debut de Mazzi, banda peruana que viene ganando terreno en el circuito independiente, pertenece a la segunda categoría. “Mazzi” es un grito emocional disfrazado de canciones bailables, una colección de temas que caminan entre el romanticismo dolido, el desencanto joven y el impulso de sobrevivirlo todo con una guitarra distorsionada al fondo.
El proyecto —cuyo nombre combina el apellido del vocalista Alonso Escobar Mazzi con la palabra quechua masi (amigo)— es tanto un acto de memoria afectiva como una declaración de principios. Nació entre ukeleles y covers en un rincón de Chosica, y hoy entrega una propuesta que suena como si The Strokes hubieran sido criados escuchando Soda Stereo y luego decidieran experimentar con sintetizadores bajo efectos de nostalgia adolescente.
A lo largo del EP, Mazzi explora lo que significa sentirse vivo a los veintitantos: amar demasiado, perder sin entender por qué, extrañar cosas que nunca terminaron de pasar. Pero no lo hacen con solemnidad: lo hacen con groove. Lo suyo es una mezcla cuidada —pero no contenida— de funk psicodélico, garage rock y melodías pop que fluyen con naturalidad, como si hubieran sido compuestas en una madrugada de verano donde todo duele y todo suena mejor.
La producción corre por cuenta de Sebastian Dextre, quien apostó por la banda luego de verlos en una sesión en vivo. El EP fue grabado entre su home studio y Andex’s Studios, y cuenta con invitados de lujo como Jorge Pickman, Sebastián Guija y Karlos Calvo. Incluso hay una aparición inesperada: Daphne Dextre, hija de once años del productor, dejó su firma tocando un teclado en una de las canciones. Detalle mínimo, gesto eterno.
Lo interesante de Mazzi no es solo lo que suena, sino cómo lo sostienen. No hay pretensión ni poses. Hay autenticidad, algo cada vez más raro en tiempos de algoritmos y playlists sin alma. Cada canción funciona como una cápsula de tiempo emocional, construida desde la vulnerabilidad, pero vestida con riffs que podrían prender fuego cualquier escenario.
Con este primer EP, Mazzi no está tratando de complacer a nadie. Están buscando resonar. Y lo están logrando.
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