En algún punto de la ruta entre Lima, Bogotá y Ciudad de México, el sonido del funk se encuentra con el rap y el hip hop. Lo hace de forma natural, sin preocuparse por categorías. Funky Munchies, la nueva entrega de Ginope, captura precisamente ese instinto de conexión, ese lenguaje común que resuena en las esquinas de América Latina. No es un álbum que se limite a la producción impecable o a la visión de un solo artista. Lo que realmente define este trabajo es su capacidad para reunir voces de distintos países en un solo pulso.

Desde Barcelona, Ginope ha estructurado una obra colectiva que trasciende las fronteras. Aquí, el diálogo se da entre generaciones, escenas y estéticas diversas. Para construir este álbum, el productor peruano ha convocado a figuras clave del rap, el freestyle y el hip hop alternativo. Entre ellos, Valles-T (Colombia), Mcklopedia (Venezuela), Metalingüística (Chile), MP El Juvenil (Argentina), DM (Perú), Giru Mad Fleiva (Perú), Remik Gonzalez (México), Niña Dioz (México), Caroh (México), Xperimento (Estados Unidos), Snifflez (EE.UU.), Valentina Perdido (Puerto Rico), Michi Sanz (Venezuela), Mimi Rose (Argentina), Fuxbeat (Puerto Rico), Mr. Pauer (Venezuela/EE.UU.), Vikina (EE.UU.) y Emi Torres (Argentina). Son artistas que han construido sus trayectorias en la independencia y que llegan a este proyecto con la convicción de sumar sus perspectivas, su flow y su identidad.

En cada uno de los catorce tracks de Funky Munchies, la calle aparece como protagonista. Se respira en los coros, en los versos y en los beats que laten con una cadencia orgánica. Ginope y su equipo han tejido una producción que da espacio al juego, a la improvisación, al movimiento natural de cada artista dentro de la estructura colaborativa. En cada compás hay un diálogo abierto, una invitación a sentirse parte de algo más grande.

Más allá del despliegue técnico y de la destreza de cada colaborador, lo que hace de Funky Munchies un álbum memorable es su capacidad para representar un pedazo de Latinoamérica. En vez de encasillar sonidos, el disco se construye sobre la diversidad. Lo que encontramos es una fusión viva, una obra que respira con la misma intensidad que sus intérpretes. En cada golpe de batería, en cada línea de bajo y en cada frase hay una conversación con las calles, una referencia a los ritmos que identifican el día a día de quienes viven el groove como lenguaje.

Es esta naturalidad la que da sentido a Funky Munchies, la que hace que el álbum funcione más allá de sus colaboraciones. Lo que Ginope ha construido es  una experiencia compartida. No hay aquí un intento de homogenizar ni de definir un solo estilo. Lo que hay es música en movimiento, de esa que se encuentra en los parlantes de las plazas, en los versos de un cypher improvisado, en la voz de quienes viven el ritmo como identidad.

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